Uno de los jugadores menos apreciados (por no decir odiado) por los
fanáticos en el mundo del beisbol es el antesalista de los Yankees, Alex
Rodriguez. Estos aficionados se dieron un banquete el pasado miércoles 10 de
octubre, cuando el manejador Joe Girardi opto por una de las decisiones más acertadas
en la actual postemporada, el remplazar a A Rod por Raúl Ibáñez. Lo mejor de
este audaz cambio fue que dio resultado. Ibáñez no solo empato el partido de
forma dramática en la parte baja del noveno con un soberano cuadrangular pero además
logro ganar el juego en el decimo segundo episodio dejando a los Orioles en el
terreno con un vuelacerca fulminante. Sentar a una estrella del tamaño de
Rodriguez no es fácil, especialmente en una novena como los Yankees llena de jugadores
egocéntricos que suelen tener una actitud de intocables. Alex por su parte,
pareció haber aceptado sin disgusto esa resolución de Girardi, al menos es lo
que aparenta. Quizás comprendió y acepto el hecho que cuando se trata de postemporada
y en el momento que debería de sobresalir como un verdadero campeón, el
simplemente no responde. Muchas de las críticas respecto a Rodríguez se centran
en su incapacidad de producir en situaciones claves. A pesar de que Rodríguez actuara
de forma excepcional en la postemporada 2009, donde obtuvo un promedio de .365,
su inconsistencia predomina. En los playoffs del 2010 y el 2011 bateó para .219
y .111 respectivamente e hizo el último out al poncharse en esas dos ocasiones.
Rodriguez se convirtió de esa forma en el primer jugador en la historia de
Grandes Ligas en poncharse para el último out de su equipo en dos postemporadas
consecutivas. Raúl tuvo una noche espectacular pero al mismo tiempo, los
aficionados de su propio equipo dieron conocer una vez más su decepción y odio
hacia Rodriguez. Es como si los fanáticos de los Yankees esperaban una eminente
derrota, culpar a Alex Rodriguez y así ratificar esa ira contra el arrogante jugador.
No hay duda que Rodríguez ha sido un gran componente de los Yankees. Pero esa
noche los fanáticos se deleitaron cuando el ex marinero Raúl Ibáñez se
convirtió en el héroe indiscutible de uno de los partidos más importantes del
año para este equipo, desplazando a otro ex marinero, Alex Rodriguez.
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